domingo, 19 de febrero de 2012

El vino en la pintura

Baco y Ariadna
Por Tucita Castro

En este cuadro podemos contemplar el momento en que el cortejo de Baco llega ante Ariadna. Esta obra representa el momento crucial en que Dioniso encuentra a Ariadna y se enamoran. El cuadro posee una gran psicología y un rico cromatismo. El brazo derecho de Baco ocupa el centro de la composición; a la derecha se agrupa el cortejo de Baco y a la izquierda los protagonistas de la historia.

El centro del cuadro lo ocupa el dios Baco que se dirige hacia Ariadna que está a la izquierda del cuadro, con el cuerpo dirigido hacia el mar, por donde se ha ido Teseo (a lo lejos se ve el barco), pero que gira la cabeza hacia el dios que viene a buscarla, haciendo un primer gesto de desprecio al que más tarde se convertirá en su marido. Detrás de Baco aparece su cortejo de sátiros y ninfas en desorden, entre los cuales se ve a un dormido Sileno.
El sátiro del primer plano, en el que distinguimos los cuernos propios de estos seres, y que lucha con las serpientes, está inspirado en la estatua de Laconte, descubierta una década antes.

El sátiro colocado más a la derecha agita en una mano el tirso, elemento floral dedicado a Baco, y en la otra una pata del ternero despedazado en el ritual báquico y cuya cabeza está en primer plano, arrastrada por un pequeño sátiro que nos mira invitándonos a participar. El viejo gordo del fondo que, ebrio y dormido, monta un burro es Sileno.

A su lado, un personaje que acarrea una pesada tinaja de vino. En el cielo, encima de Ariadna en la parte superior izquierda, la diadema que Baco lanza a lo alto y que se convierte en la constelación de la Corona.

Baco aparece en un carro tirado por guepardos que intercambian su mirada, como correlato a la que se dirigen entre sí los amantes. Le acompañan las ménades y sátiros que tocan instrumentos musicales: platillos, panderetas y un cuerno.

En la zona de la derecha encontramos a Laconte con las serpientes rodeando su cuerpo. Las figuras están integradas a la perfección en el paisaje, siguiendo el estilo de Giorgione, mientras que en la sensación de fuerza y tensión se manifiesta cierta cercanía a la obra de Miguel Ángel. Sin embargo, el color y la luz serán una importante aportación de Tiziano, creando una acertada sensación de movimiento y alegría que provoca la integración del espectador en la escena.

Las tonalidades brillantes, las calidades de las telas, el detallismo en algunas zonas serán elementos que identifican el estilo tizianesco de estos años iniciales de la década de 1520. Este cuadro es vigoroso y luminoso. Tiene unos azules sorprendentes, a los que las copias digitales no suelen hacer justicia y expresa como ninguno la capacidad del autor de congelar instantes en una tela.

Baco y Ariadna es un lienzo al óleo pintado alrededor de 1520-23. Es una de un ciclo de pinturas de temas mitológicos producidos para Alfonso I de Este, el Duque de Ferrara, con quien Tiziano tenía una estrecha relación, para la Cámara de Alabastro del Castillo de Ferrara. En el caso de Baco y Ariadna, el tema deriva de los poetas romanos Catulo y Ovidio. 
El duque había involucrado también en su proyecto a Bellini, Rafael y fray Bartolomeo, siguiendo el famoso “Studiolo” de Isabella d´Este en Mantua. Durante cuatro años Tiziano realizó tres cuadros mitológicos: la Ofrenda a Venus, la Bacanal y el Baco y Ariadna. La cámara sería destruida a finales del siglo.
La pintura, considerada una de las obras maestras de Tiziano, se encuentra actualmente en la National Gallery de Londres.

Baco y Ariadna, mitología griega

Ariadna era hija del rey Minos y de Pasífae. Cuando el héroe ateniense Teseo llegó a Creta dispuesto a matar al Minotauro, Ariadna lo vio y se enamoró de él. La joven le había dado un ovillo que el héroe fue soltando al entrar al laberinto donde se encontraba el monstruo. Después de cumplido su objetivo el hilo le indicó el camino de regreso, con cuya ayuda consiguió escapar del laberinto donde estaba encerrada la bestia. El héroe y la joven huyeron de Creta pero Teseo abandonó a Ariadna en el litoral de la isla de Naxos. Ariadna simboliza el alma, la inspiración, la salvación que llega en el momento de mayor adversidad, su amado le prometió matrimonio, pero al llegar a la ínsula esperó a que se durmiera y ahí la dejó para siempre.

La hermosa princesa cretense buscaba a Teseo con ansiosos y ávidos ojos, escrutando las rocas, recorriendo las blancas arenas. La diosa del amor, Afrodita, se compadeció de ella, y prometió en el Olimpo, ante el resto de dioses, que la princesa terminaría esposada con un Dios.

Cuando ella descubrió que había sido abandonada rompió a llorar;  Baco escucho sus lamentos por azar, apiadándose de la joven.

Baco, acudió a su encuentro; el dios quedó fascinado por la belleza de Ariadna,  quiso protegerla al verla en ese estado, hacerla feliz, y amarla. La cortejó con tales propósitos, le regaló una corona de 7 estrellas; se enamoró y la hizo su esposa. Pero Ariadna se consumía lentamente en una silenciosa melancolía. Indiferente a todo, empezó a debilitarse al poco tiempo del enlace; enfermó y finalmente murió. Baco se convirtió en la sombra de sí mismo. Dejó de ser el dios de la alegría y la fiesta: todo en él se desgarraba por la ausencia de Ariadna. Roto en mil pedazos, lanzó su corona estrellada al aire, y en el Cielo se formó la constelación de  La Corona Boreal.

Zeus no soportaba el dolor de su hijo, y rescató a su amada de entre los muertos, y tras devolverle el aliento de la vida, le concedió asimismo el don de la inmortalidad. Ariadna se entregó a los brazos de su enamorado Baco y juntos traspasaron las fronteras del amor y de la más incandescente pasión, enlazados ya por siempre.