La industria vitivinícola nacional busca una oportunidad en el mercado interno
Guadalajara ha cambiado sus hábitos abriendo paso al consumo del vino que se produce en el país.
- En la mesa
La próxima vez quizá quiera considerar llevarse a casa un vino mexicano. Así, no sólo estará apoyando una industria nacional en crecimiento, sino que encontrará grandes satisfacciones en sus productos de calidad internacional.
Según el sommelier Juan Carlos Flores Mazón, el vino mexicano ha tenido un progreso “impresionante” en los últimos 10 años. Hace una década el mercado estaba saturado con mezclas bordelesas, elaboradas principalmente a base de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot. “Ahora vemos nuevas propuestas con tipos de uvas que antes no se veían tanto, como la Barbera. Antes eran experimentos y ahora son vinos que encontramos más fácilmente en las tiendas”.
Hans Backhoff, director general de Monte Xanic, habla sobre la importancia que la presencia de vinos mexicanos adquiere no sólo en el interior del país, sino a nivel internacional. Actualmente el vino nacional se codea entre las grandes casa vinícolas europeas y sudamericanas.
Las características que identifican al vino mexicano parten desde una estructura aromática y fuerte a nivel intensidad: “El terruño de aquí da vinos muy pronunciados, con mucha profundidad en los extractos muy concentrados. Los vinos mexicanos, por lo general son corpulentos y con una tendencia a añejar muy bien”, explica.
Para el también sommelier y pequeño productor de la región de Ensenada, Pedro Poncelis Jr., si algo distingue al vino mexicano es su gran diversidad en cuanto a los tipos de uvas, bodegas y procesos de elaboración, sino que a México “lo hace fuerte su propuesta variada”.
En lo que respecta a su consumo, que al final de cuentas no necesariamente es proporcional al crecimiento de la industria, sobre todo si se toma en cuenta que una parte de la producción sale del país, Hans Backhoff advierte que éste ha aumentado también, e incluso Guadalajara es considerada una de las ciudades en las que más ha despertado esta cultura.
Para Monte Xanic, por ejemplo, es la segunda plaza más importante de consumo, después de la Ciudad de México. Lo que significa que progresivamente la Perla Tapatía arraiga con mayor fuerza los hábitos de consumo del vino, y más aún de las etiquetas nacionales.
“Guadalajara es una plaza que demuestra mucho potencial; empieza a expandirse y a ser notada con mayor importancia. Siempre había sido una ciudad de mucho tequila y cerveza, y por primera vez empieza a abrirse un poco a cosas nuevas”.
Relación calidad-precio
En cuestión de vinos tintos, blancos y rosados, el rango de precios es enorme: se pueden encontrar botellas que van desde los 50 pesos hasta los mil dólares. Los factores que intervienen en el precio tienen que ver con el proceso de producción.
Pedro Poncelis considera que existe una percepción errónea acerca de la relación calidad-precio en los vinos mexicanos: “Mucha gente cree que es caro respecto a otros vinos, realmente no lo es, pero hay una especie de malinchisimo y sentimos que porque es mexicano tiene que ser más barato”.
La mayoría de las etiquetas mexicanas se encuentran en un rango de precio entre los 150 y los 400 pesos.
Para todos los sabores
Aunque pareciera que el vino sólo puede combinarse con platillos gourmet, la verdad es que esto es ante todo un gran mito que se ha creado en torno a la bebida.
La cuestión de los maridajes es la especialidad de Juan Carlos Flores, sommelier radicado en Cabo San Lucas, quien explica que para la mejor combinación entre un vino y los alimentos, hay que tomar en cuenta el tipo de uva y la manera en la que está trabajada.
Entre las uvas para producir vinos blancos, la Sauvignon Blanc y la Chardonnay son algunas de las que mejor se dan en México. “Estos vinos le van perfecto a la gastronomía de las playas, por su frescura y acidez: a ceviches y pescados, sushis y ensaladas. En el caso del Chardonnay sin barrica, también le va muy bien a pollos ligeros, mientras que el vino con barrica es para cortes de pollo más gruesos, langosta, callo de hacha; elementos más grasos”.
En cuanto a los tintos, la diversidad en los tipos de uva suele ser mayor. “Un Cabernet Sauvignon tiende a ser más corpulento, lo que nos abre la pauta a más grasas: quesos o carnes. El Petite Sirah nos da notas afrutadas y achocolatadas con mucho cuerpo, que van de maravilla con salsas y moles. La uva Tempranillo de piel delgada, que nos da vinos afrutados ligeros, va muy bien para filetes y salsas ligeras. Y en la uva Sangiovese encontramos notas de té y de hojas secas que van muy bien con animales de caza como venado o jabalí”.
Por su frescura, corpulencia media y menor temperatura, el vino rosado es buen acompañante para pizzas, paninis, brusquetas, algunas pastas ligeras a base de tomate, o la ensalada caprese.
PARA SABER
Región vitivinícola
La región de Ensenada es la más importante en la producción vitivinícola mexicana.
El hecho de que sea una zona semidesértica y tenga cercanía de sus valles con el océano Pacífico (entre 15 y 20 kilómetros), genera excelentes condiciones climáticas que influyen directamente para que el 80% de la producción nacional se concentre en la zona.
''México crece y comienza a poner una bandera mundial de ser un productor de vino de alto nivel.''
Hans Backhoff, director general de Monte Xanic.