martes, 4 de octubre de 2011

BACO, sus representaciones artísticas (bellas artes)

BACO



Bellas Artes. Los primeros ídolos de este dios del paganismo se relacionan con el culto fetichista de los árboles en los que suponían que había fijado su residencia. Al lado de estas representaciones naturales, la mano del hombre comenzó a modelar imágenes de una rudeza primitiva, consistentes en un poste adornado con telas y una mascarilla pintada de rojo. Más tarde se le añadieron cabeza y brazos, toscamente esculpidos: tales debieren ser los antiguos xoana que nos describe Pausanias. También se le representó en forma itifálica, de lo que tenemos ejemplo en las monedas de Mitilene. Las imágenes completas y enteramente antropomórficas de Baco y sus tipos consagrados por las obras de arte pueden dividirse en dos grandes grupos: unas representan al dios en la plenitud de la edad viril (Teleios) y barbudo (Pogonites); otras le figuran como dotado de eterna juventud.

El primer tipo es el más antiguo, pues los vasos italo-griegos con figuras negras, de estilo arcaico, le representan siempre barbudo como los demás dioses olímpicos a excepción de Apolo. Hacia la época de los grandes poetas trágicos, antes que Praxíteles introdujera el modelo del dios imberbe, Baco, a pesar de su rostro barbudo, adoptó formas, actitudes y trajes femeninos, llegando a crear un personaje hermafrodita del que no faltan representaciones. En los tiempos posteriores a Alejandro, el tipo Pogonites sufre la última modificación y surge el Baco índico, figura majestuosa cubierta de amplias vestiduras de estilo asiático. El Museo Vaticano conserva una hermosa estatua conocida con la denominación citada.

El tipo del dios juvenil, casi desnudo y coronado de pámpanos y hiedra, creado por Praxíteles, mereció gran favor en la estatuaria griega, de la cual le tomaron los etruscos y los romanos, que sólo por excepción figuraron a Baco barbudo, o con cuernos, emblema de la potencia del vino.

Si quisiéramos anotar las estatuas, bajos relieves, vasos y pinturas del arte antiguo en que figura el dios Baco, ocuparíamos una extensión considerable; pues los artistas griegos, etruscos y romanos, agotaron su ingenio para dar variedad a su representación: así unas veces le vemos a él solo, en diversas actitudes de serenidad o embriaguez, en pie o acostado sobre una pantera, un toro o un asno, y otras acompañado de bacantes, sátiros, faunos y ménades; abundando también los grupos en que figura en unión de Sileno, Pan, Ariadna, Ampelos, Melpómene, Semele, las Estaciones y otros personajes simbólicos.

Sólo mencionaremos pues como obras notables del arte clásico las más conocidas, a saber: en el Museo del Louvre en París, el Baco Richelieu, y el Vaso Borghese, célebre por sus preciosos bajos relieves que reproducen escenas de la vida del dios. En Nápoles el famoso grupo Baco y el Fauno; el Baco hermafrodita y una crátera de mármol, firmada por Salpeion de Atenas, autor de los bajos relieves que representan la Ninfa Nissa recibiendo a Baco, obra notable por más de un concepto. En Florencia, en la Galería degl' Uffizii, Baco y Ampelos, grupo semejante al que se conserva en el Museo Británico. En Roma, entre infinidad de obras plásticas de todo género, citaremos el Baco cornudo del Vaticano, y el Baco femenino del Capitolio. También se menciona como modelo del arte griego el friso del monumento choraguo de Lisícrates en Atenas que representa a Baco combatiendo a los piratas tirrenianos. En cuanto a pinturas de esta época, poco se conserva que merezca citarse, pues todo está muy dejos del famoso Baco ante la virtud, original de Parrasius, por el cual ofreció el rey Átalo seis mil sestercios.


Baco Richelieu

No menos en boga que en la antigüedad ha estado la representación iconográfica de Baco entre los artistas del Renacimiento y tiempos posteriores, y pocos museos habrá de alguna importancia que no guarden obras sobre este asunto. Así, omitiendo nombres de maestros secundarios, podremos citar los cuadros de Rafael, Rubens, Tiziano, Carraci, Guido Reni, Julio Romano y Poussin, sin olvidar las célebres estatuas de Miguel Ángel y Sausovino de Florencia. El Museo del Prado posee un cuadro de Fenollo (n.º 158); otro de Massimo Stanzioni (n.º 350); otro anónimo de escuela romana (n.º 576); otro de Guellyn (n.º 1535); otro de Vos (n.º 1792), y otro de Honasse (n.º 2001).

Además merecen especial mención una cabeza de Sacerdote de Baco y otra de mujer, impropiamente denominada la Sibila (núms. 1011 y 1012), fragmentos de un cuadro célebre de José Ribera que representaba el Triunfo de Baco, desgraciadamente perdido en el incendio de uno de los palacios de nuestros reyes. En cuanto al famoso lienzo de Velázquez titulado los Borrachos, como en realidad no representa una escena mitológica, le describiremos bajo el título anunciado, por el que es universalmente conocido.

El triunfo de Baco.

Cuadro de Tiziano Vecellio; National Gallery de Londres. Representa el momento en que Baco, conducido en triunfo por un cortejo de bacantes y ménades, advierte la presencia de Ariadna y, codicioso de su hermosura, se precipita del carro mientras la desventurada joven huye del dios libertino. A un lado un grupo de bacantes descocadas conduce prisionero a un grave personaje con trazas de filósofo, sujeto por varias serpientes a modo de cadenas en castigo sin duda de no haber querido tomar parte en la orgía. Más lejos y sobre el fondo de un paisaje delicioso aparece el viejo Sileno montado sobre un asno. En el centro del cuadro un sátiro jovenzuelo trota sobre sus patas de cabra, arrastrando una cabeza de becerro atada a un cordel, desdeñando con aire grotesco los ladridos de un perrillo. Esta figura es la más cómica, espiritual y encantadora del cuadro; verdadera obra maestra, cuidadosamente terminada en sus numerosos detalles, que forman un admirable conjunto, muy bien dispuesto, y ejecutado con la factura y el color verdadero, vigoroso y armónico que nadie ha poseído como Tiziano.
 

Baco y el fauno. –  



Estatua en mármol; Museo degli Studi, Nápoles. El fauno aparece en actitud de marchar, apoyando el peso del cuerpo sobre la pierna izquierda. Sobre sus hombros cabalga Baco, representado por un gracioso niño coronado de pámpanos, que oprime con ambas manos un racimo de uva mientras sonríe a su compañero, que levanta hacia él la cabeza chocando al propio tiempo los sonoros címbalos.
Este grupo, célebre en la antigüedad como lo demuestran las varias copias que de él se conservan, es admirable por la elegancia de las formas, la gracia de la expresión y la finura del trabajo, lo cual le coloca entre las obras maestras del Museo Napolitano. El Louvre posee otro grupo semejante descubierto en el siglo XVI en los jardines de Salustio, cerca del Quirinal.
 
Baco beodo. –



Estatua en mármol, original de Miguel Ángel Buonarroti; museo degl' Uffizii, Florencia.

Esta obra, una de las mas concluidas de su inmortal autor, es de un estilo elegante y gracioso. Coronado de hiedra y pámpanos, el dios de las orgías exprime unas uvas dentro de una copa en la cual trata de beber un satirillo envuelto en una piel de cabra. La boca sonriente, los ojos adormilados, la actitud del cuerpo que parece que apenas pueda sostenerse en pie, todo expresa admirablemente la embriaguez, formando una obra maestra de importancia capital, digna del autor de los frescos de la capilla Sixtina.

BACO, dios griego y romano (mitología griega y romana)

BACO



(Del sánscrito baksha, devorar; del gr. βάχΧος, hombre inspirado, agitado de transporte frenético): Mitología. Al adoptar los romanos el culto del popular dios griego Dionisos, admitieron con preferencia el apelativo Baco (Bacchus) ya usado en Grecia en los últimos tiempos, pues Herodoto fue quien primeramente le hubo de emplear y luego con bastante frecuencia los trágicos. El nombre griego βάχΧος parece de importación tracio-frigia; su origen debe buscarse en los idiomas arios. Arranca del nombre frigio βαγαϊος, apelativo de Savazius, dios asimilado a Dionisos en Frigia cuyo sentido primitivo es «el dios», considerándole de una manera absoluta. Según Lenormant, la naturaleza misma del culto dionisíaco y de sus fiestas llevó a los griegos a asociar al nombre de Baco una idea de inspiración divina y de furor orgiástico, así como de purificación, de donde vino el verbo βαχΧευειν, sinónimo de μαίνεσθαι, y el empleo de la voz βάχΧος en el sentido de inspirado, poseído de trasporte báquico; de aquí la sustitución de βάχΧος por el nombre del dios, de las formas βάχΧειος y βάχΧευς, que aparecen como derivadas de βαχΧευειν.

Para lo concerniente a las fábulas del dios en Grecia, remitimos al lector a la voz Dionisos. Según Sófocles, Dionisos es el dios que reina en Italia; y es que los fundadores de las colonias helénicas llevaron consigo a dicha comarca el culto de Baco, que muy luego dio pie para una serie de nuevas leyendas míticas que adquirieron gran desarrollo. Era creencia popular que Baco disputó a Ceres la posesión de la Campania, la cual había recibido grandes beneficios de todas las divinidades; favorecido por la hospitalidad que le dio Falernus llevó a cabo empresas guerreras en el país de los tirrenos, y al alejarse de Italia dejó en ella los veteranos de su armada, silenios fatigados por la edad que se dedicaron a la cultura de la viña, haciendo aquel suelo fértil en buenos vinos. La Apulia, la Lucania, la Calabria y la Campania, vinieron a ser los centros en que tomaron mayor importancia los misterios báquicos que muy luego pasaron a Etruria y a Roma; estos misterios llegaron a ser en el siglo III antes de nuestra era la primera institución religiosa de esas comarcas, como lo atestiguan los vasos pintados de la última época que salían de las fábricas de la Italia meridional, pues sus asuntos están directamente relacionarlos con las bacanales. Estos asuntos de los vasos pintados se clasifican por los arqueólogos en dos clases, báquicos y místicos; en los primeros no aparece ya el Dionisos barbudo de los vasos arcaicos sino el dios eternamente joven rodeado de sátiros y ménades, niños alados de formas afeminadas cuando no hermafroditas. Los asuntos místicos, que por cierto abundan, vienen a ser composiciones enigmáticas cuya interpretación precisa no han podido dar hasta ahora los ceramógrafos: aparece en ellas el dios y una diosa que suele llevar el nombre griego de Cora, aunque los autores latinos la designan con el de Libera, al cual dan preferencia los arqueólogos porque caracteriza su fisonomía especial distinta de la Cora eleusiana. A la cópula de Baco y Libera asociaba el culto público a Ceres como se hacía en Grecia. Por lo demás, el estilo de los monumentos figurados referentes a Baco y el desenvolvimiento de los misterios corresponden a mediados del siglo IV. Los hermosos vasos de Nola que datan de fines del siglo V y de los comienzos del IV permiten apreciar lo que era entonces el culto dionisíaco entre los griegos de la Campania y ofrecen la tríada de Demeter, Cora y Dionisos barbudo con caracteres semejantes a los que tenía en Grecia. Según Macrobio, en la Campania, y especialmente en Neápolis, Baco recibió el nombre de Hebon, forma masculina correspondiente a la Hebe de Flionte y de Sicyone; según Lenormant, es difícil de creer que Hebon no estuviera asociado a una Hebe, lo cual puede explicar la influencia positiva en Italia de las formas del culto místico de Flionte en que la diosa asociada a Dionisos, llamada Dia-Hebe, tiene un carácter intermedio entre Cora y Ariadna; alguien la ha confundido con Semela. En los vasos pintados de la última época la esposa de Baco ofrece todos los caracteres de Ariadna y su apoteosis es asunto frecuente en los vasos de la Apulia. Sea Libera, sea Ariadna, la compañera de Baco aparece en los hermes dobles de estilo seudo-arcaico.

Baco no figura en el Panteón etrusco, al menos con ese nombre, pues el dios Fufluns etrusco es análogo al Dionisos griego, como Liber, uno de los antiguos dioses itálicos, esposo de Libera. Liber y Libera, según la Inditamenta de Numa, presidían a la procreación, viniendo a ser el primero un dios de la fecundidad cuyo símbolo era el falo y cuyo culto ofrecía en sus ritos grande analogía con el báquico.

Como en la época en que el culto de Baco pasó a Roma en Grecia predominaba el tipo juvenil de Dionisos creado por Praxíteles, éste fue adoptado desde luego en la escultura romana. Niño, adolescente o mancebo, el Baco romano es siempre un tipo de belleza. En cuanto a sus atributos y la diversidad de episodios de su fábula en que aparece con su cortejo de bacantes, sátiros y silenos, puede verse la voz Dionisos. Por lo que hace al culto, los misterios báquicos tuvieron una tendencia licenciosa que llevó por último al Senado romano a prohibir las bacanales, no sin adoptar antes severas medidas contra la introducción de ciertas ceremonias qua constituían en Grecia el culto del dios. Al amparo de dicho culto llegó a tal extremo el abuso, que Mario pretendió justificar su embriaguez con el ejemplo del Baco indio. Pompeyo celebró un triunfo báquico, haciéndose conducir en un carro tirado por elefantes y César restableció las fiestas orgiásticas según los ritos armenios, que estaban proscritas desde hacía tiempo