Premio Cervantes 2011 - El reconocimiento a un heterodoxo
La iconoclasta poética del chileno Nicanor Parra recibe el máximo galardón de la literatura en español - A sus 97 años, sigue siendo un referente para los jóvenes.
"Solo estoy seguro de una cosa con respecto a la poesía de Nicanor Parra en este nuevo siglo: pervivirá. Esto, por supuesto, significa muy poco y Parra es el primero en saberlo". Roberto Bolaño escribió estas palabras hace 10 años y ayer, aunque no importe tanto, la pervivencia de la obra del poeta chileno, de 97 años, recibió un fuerte impulso: el premio Cervantes. Con sus 125.000 euros. Margarita Salas, primera mujer que preside el jurado de un galardón que se otorgó por primera vez en 1976, contó al anunciar el galardón que la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, le había preguntado con humor si el hecho de que ella sea bióloga había pesado en la elección de Parra, físico y matemático además de creador de la antipoesía, un género en el que él ejerce, como dijo otro miembro del jurado, José María Micó, de "gran maestro sin escuela".
Hasta el presidente Piñera acudió a la Red para felicitar a su compatriota
Como casi toda la poesía moderna, la escritura de Parra contiene su propio comentario -irónico en su caso-. Así, en Discursos de sobremesa, incluyó, con su particular ortografía, un poema titulado Esperaba este premio?: "No / Los premios son / Como las Dulcineas del Toboso / Mientras + pensamos en ellas / + lejanas / + sordas / + enigmáticas / Los premios son para los espíritus libres / Y para los amigos del jurado / Chanfle / No contaban con mi astucia".
A pesar de su edad, de contar con unas monumentales obras completas en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores con prefacio de Harold Bloom, de atesorar todos los grandes premios de la lengua española -el Juan Rulfo en 1991, el Reina Sofía en 2001- y de haber sido candidato al Nobel, Nicanor Parra tiene más difícil acomodo en el Parnaso que en las redes sociales. En España y Chile fue ayer tema del momento -trending topic- en Twitter. Aunque eso tampoco signifique mucho y el escritor lo sepa. Hasta el presidente chileno, Sebastián Piñera, acudió a la Red para felicitar a su compatriota, ocasión que aprovecharon muchos internautas para recordarle que en abril del año pasado lo había dado por muerto erróneamente al inaugurar la feria del libro de Santiago.
"Primer requisito de una obra maestra: pasar inadvetida", había dicho Bolaño. Y también: "Parra escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado". La devoción del autor de Los detectives salvajes -fallecido en 2003, también maestro sin escuela pero tal vez el narrador latinoamericano más influyente de los últimos años- tiene mucho que ver en la pasión que despierta entre los jóvenes la obra del nuevo Cervantes: "El que sea valiente que siga a Parra. Solo los jóvenes son valientes, solo los jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros".
En qué quedamos entonces, se pregunta el poeta en un texto de tres versos: "Esa pregunta ya la contesté: / Escribir como hablan los lectores / & punto". Son de 2006 pero no difieren mucho de la teoría poética escrita por Parra en los años cuarenta: "Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. En ese sentido me siento más cerca del hombre de ciencia que es el novelista que del poeta en su acepción restringida [...] estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético".
El escritor que decía esto en 1948 había nacido en 1914 en San Fabián de Alico, en el sur de Chile, era hermano de la cantante Violeta Parra y se había estrenado en 1937 con Cancionero sin nombre, un poemario de tintes populares que destila una inagotable maestría para el ritmo. En sus años como becario de ciencias en EEUU y Reino Unido, descubriría el tono antisolemne y conversacional de la lírica angolosajona. El resultado fue, en 1954, Poemas y antipoemas, un libro escrito como se habla que puso boca abajo el panorama de la lengua española, más dado a la analogía que a la ironía.
Como huyendo de la etiqueta por la que pasará a la historia, Nicanor Parra no ha parado de moverse en zig zag: desde el raro folclore de La cueca larga (1958) a la mezcla de palabra e imagen de Artefactos (1972), una serie de trabajos que a veces se han expuesto al lado de los poemas visuales de Joan Brossa. "El poeta es un simple locutor. Él no reponde por las malas noticias", se lee en uno de ellos. Ni por las buenas.