En Portada, Reportaje — marzo 7, 2012
Cortesía La Redonda
Los pasados 3 y 4 de marzo fueron días de mucho movimiento para el vino mexicano. Viñedos La Redonda en Ezequiel Montes, Querétaro convocó por tercera ocasión a un evento que, hay que decirlo, fue de muy buen nivel.
El éxito de las anteriores ediciones reforzó la iniciativa de
100 Vinos Mexicanos que este año ofreció al visitante, si el paladar y el cuerpo le alcanzaran, probar
más de 300 etiquetas.
Por estar situado a una distancia estratégica de los mercados importantes en el consumo del vino en México, el evento atrajo a miles de personas del Distrito Federal, Guadalajara, San Miguel de Allende, Veracruz, Puebla, San Luis Potosí, Hidalgo, Estado de México y hubo quien se identificó proveniente hasta de Tamaulipas.
La afluencia de personas fue impresionante. Ciento treinta pesos costó el boleto que daba acceso a la vinícola, y a una copa de vidrio para degustar vino que viajó expresamente para el evento desde Baja California y Coahuila, y que acompañó a los productores locales tanto de vino como de productos típicos de la región.
Moebius - Cecilia García M.
La convocatoria a las vinícolas contenía atractivos como la posibilidad de vender sus vinos y no sólo regalar muestras, el acceso a medios de comunicación especializados en gastronomía, la visita de distribuidores, chefs, restauranteros, hoteleros, y demás agentes involucrados en la hoy pujante industria vinícola nacional.
No todos los invitados accedieron a viajar. El esfuerzo, por ejemplo, para vinícolas bajacalifornianas debía ser grande: envío del vino, viaje para el enólogo o quien presentaría los vinos, costo del estand, viáticos, etcétera. Pero lo cierto es que para quién se animó, el esfuerzo valió la pena.
¡Hubo quien vendió arriba de 30 cajas de vino! Para dos días de arduo trabajo no está nada mal.
La Redonda trató de hacer un evento equitativo. El espacio que se dispuso para la degustación de los vinos y demás productos participantes estuvo a la altura de la convocatoria. Parece una obviedad, pero no es raro ver eventos del vino donde elementales detalles se pasan por alto: toldo, hieleras, agua, sillas, mesas, etcétera.
Fueron dos días para vivir plenamente la experiencia vinícola. Se podía recorrer el viñedo a pie o a bordo de un camión con vista panorámica. Se podía comprar un boleto para se guiado por un reconocido chef, sommelier o enólogo en una aventura que podía ser sólo de vino, o con maridaje.
Se pudo probar vino, se pudo comprar sombreros que daban todo el carácter campirano al visitante y comer deliciosamente.
Quizá el costo de las catas desanimó a algunos a acercarse a ellas, pero quien sí decidió invertir 150 pesos en la experiencia, al cabo del evento supo que fueron los pesos mejor invertidos.
Personalmente creo que una de las mayores y mejores atracciones fue el taller gastronómico sensorial impartido por el Chef Roberto de la Parra, hubo oportunidad de tomarlo tanto el sábado como el domingo, y los comentarios fueron sumamente positivos.
Lo que dejó está tercera edición de 100 Vinos Mexicanos fuer un buen sabor “en boca”, como dicen los expertos catadores. A las principales marcas de vino mexicano se acercó una gran cantidad de personas, muchas de las cuales reconocían no ser aficionadas a beber vino pero interesadas en aprender a apreciarlo.
Así es cómo se empieza un cambio cultural, de poco a poco. Si bien durante una buena parte del sábado muchas personas se acercaban a degustar vino sin preguntar ni cómo se llamaba, ni de dónde venía, ni de qué tipo de uvas estaba hecho, -a lo que el comentario: “una borracherota por 130 pesos” le calzaba muy bien-, la gran mayoría se detenía a hacer preguntas que iban desde la notable iniciación hasta el conocimiento e interés más sofisticado.
Pero así es cómo el mexicano se acerca poco a poco al vino. Los presentadores de los vinos, -la enorme mayoría los dueños, enólogos o principales responsables de la elaboración del vino-, contestaron preguntas como: ¿por qué no haces el vino más dulce?, ¿por qué se usa tanto el cabernet en México?, ¿por qué los vinos de Baja California son un poco salados?, ¿cómo reconoces que un vino es de Coahuila, de Baja California o de Querétaro?, ¿cómo sé que un vino es bueno y otro malo si los dos me gustan?, ¿qué es lo que hace que me duela la cabeza cuando tomo un vino?, ¿con qué recomiendas maridar este vino?, ¿dónde consigo un vino para postre?, ¿por qué elegiste maceración carbónica para hacer un rosado?, ¿cuál es la diferencia entre un clarete y un rosado?, entre otras.
La pregunta más dolorosa quizá fue: ¿Por qué son tan caros los vinos mexicanos en los puntos de venta o restaurantes y aquí tan accesibles? Múltiples factores pueden responder esa pregunta, lo cierto es que, sea por lo que sea, comprar vino en este tipo de eventos resulta muy atractivo porque no hay intermediarios subiendo el precio del producto.
A todo lo anterior, cada quién contestó a su entender pero siempre tratando de enganchar al que pregunta para que siga intrigado por el vino mexicano y lo prefiera sobre otras bebidas.
En los corredores de la feria se comentó mucho sobre la incursión de productores mexicanos en terrenos franceses, y aunque los organizadores tuvieron buen cuidado en advertir que se trataba de un enveto para promocionar el vino hecho en México y con uvas mexicanas, algunas casas vinícolas pudieron explicar sus proyectos “intercontinentales” y otras, dado que su vino es una mezcla de uvas franco-mexicanas, ofrecer su producto en degustaciones y a la venta.
Se extrañaron marcas como
Vena Cava y
Casa de Piedra o el vino blanco de
Montefiori que aunque sí asistió a la feria, llevó otro producto.
Destacaron vinícolas pequeñas y nuevas como
Traspatio Vino Tinto Mexicano, que también hace un vino blanco con un toque de acidez muy interesante y fácil de tomar.
Fluxus, de Alberto Rubio que presentó un tinto y un blanco de fina elaboración.
D’Poncelis, de los reconocidos sommeliers Don Pedro Poncelis Brambila y su hijo Pedro Poncelis, que presentaron una equilibrada mezcla de uvas francesas y mexicanas en un tinto que debes probar.
Vinos Möebius de Andrés Blanco y Jorge Noguez, que llevaron a Querétaro su
Möebius 2009 y presentaron en sociedad a su nuevo
Antítesis 2010. La añada anterior se alzó con un reconocimiento en Ensenada, el nuevo, ahora en Querétaro, tuvo buena aceptación.
Mogor Badan, una vinícola que es garantía de calidad.
Vinícola Retorno, que conquistó a muchos con sus
Palabra, Retorno y
Piluchas.
Vinícola
Tres Valles, interesantísimo proyecto que utiliza uvas del Valle de San Vicente Ferrer, Valle de San Antonio de las Minas y Valle de Guadalupe, todos en Ensenada, y que llevó a Querétaro dos tintos: Maat de uvas grebache y Kuwal, una mezcla de tempranillo y sangiovese, ambos muy recomendables.
Otros a los que se les vio mucho movimiento en ventas y degustaciones fueron
Dos Viñedos,
Emevé, Viñas Pijoan,
Barón Balché y
Montefiori.
Los consagrados, con mucha gente interesada en probarlos y comprarlos fueron
Santo Tomás, Freixenet, La Redonda, Pasión Biba de Abel Bibayoff,
Casa Madero con su blanco
2v impactó a varios,
L.A Cetto, y
Monte Xanic, principalmente.
Ojalá que eventos como estos ayuden a reforzar la industria vinícola mexicana, a fortalecer el naciente mercado y echar por tierra el mito de que los vinos Chilenos, Argentinos, Españoles o Franceses son mejores que los mexicanos por default. Hubo en este evento muchos ejemplos de vinos competitivos, sólo es cuestión de que te des la oportunidad de probarlos.
VINISFERA