Cualquier amante del vino y de la vasta cultura que siglos de historia han entretejido en torno a él, debe incluir en su hoja de ruta el Museo Provincial del Vino. Además de constituir una sugerente propuesta museística, se ha convertido, desde su fundación, en el eje sobre el que bascula todo el turismo enológico de la provincia. Ubicado en el majestuoso castillo de Peñafiel, en el corazón de la Ribera del Duero, se ha erigido en emblemática seña de identidad de la comarca y baluarte de la difusión del rico legado de la viticultura vallisoletana.
Los orígenes del castillo se remontan al siglo IX, si bien su aspecto actual es producto de las importantes intervenciones que tuvieron lugar durante los siglos XIV y XV. Su localización estratégica que le permite dominar visualmente los valles del Duero y del Duratón, le convirtió en uno de los bastiones de la defensa del valle del Duero durante la Reconquista. Hoy este emplazamiento privilegiado nos regala espléndidas vistas sobre la comarca.
Su singular arquitectura -característica de los castillos roqueros- se adapta a la configuración del cerro a lo largo de más de 200 metros de largo, ofreciendo, hacia el Norte, un agudo ángulo, que le confiere el aspecto de un gigantesco navío, efecto que se acentúa poderosamente aquellos días en los que la niebla parece formar un océano a sus pies.
El Museo Provincial del Vino fue promovido en 1999 por la Diputación de Valladolid, con el fin de dar a conocer la riqueza enológica de la provincia que aglutina mayor número de denominaciones de origen de España: actualmente cinco, con la reciente incorporación de la D.O. Tierra de León, que viene a sumarse a Ribera del Duero, Cigales, Toro y Rueda, que es por cierto la Denominación de Origen más antigua de Castilla y León-. A ellas se añade la mención de calidad Vinos de la Tierra de Castilla y León, bajo la cual se elaboran excelentes vinos en nuestra provincia. El singular espacio museístico cumple también el objetivo de promover el conocimiento, a través del mundo del vino, de la provincia de Valladolid en sus aspectos culturales y geográficos, pues el enoturismo tiene la virtud de vertebrar todos los recursos: paisaje y naturaleza, patrimonio artístico, artesanía, ocio y deporte, fiestas y tradiciones, y, por su puesto, gastronomía.
La acertada intervención arquitectónica en el castillo para crear las instalaciones del Museo, permite hoy al visitante asomarse a los entresijos de la larga y compleja elaboración del vino. Con un atractivo planteamiento expositivo que capta el interés de legos y doctos, recorre, a lo largo de nueve amenas secciones, la historia, los procedimientos, los tipos de prensas utilizados, las herramientas, los útiles de medida, las botellas, la cata. Cuenta además con otras dependencias que multiplican sus posibilidades, como la sala de catas profesional, la biblioteca, la tienda o el salón de actos.
Además, en su afán de convertirse en un "intercambiador" de cultura vitivinícola, despliega una fascinante paleta de actividades que se adaptan también a los diversos intereses del público: desde catas dirigidas todos los fines de semana hasta las catas maridadas con alimentos de Castilla y León impartidas por expertos sumilleres (Vinos.con); además de ofrecer cursos de cata para profesionales o para aquellos que quieran iniciarse durante un fin de semana (Wine Weekend). Incluso se ofertan divertidos talleres para escolares, como " El juego de los sentidos".
La filosofía del proyecto, contempla también el diálogo con otras regiones vitivinícolas del mundo: Vinus Mundi es un programa abierto que nos permite asomarnos a ellas a través de exposiciones, catas dirigidas, conciertos, completando una oferta atractiva y dinámica.
EL CASTILLO DE PEÑAFIEL
Sus orígenes se remontan al siglo X, pero es en el siglo XIV cuando el Infante Don Juan Manuel, ilustre personaje y Señor de Peñafiel, lo reedifica. El aspecto actual lo debemos a Don Pedro Téllez Girón, quien lo levanta ya en el siglo XV.
De planta alargada, se le compara con un navío anclado en la meseta castellana. En el centro se alza la Torre del Homenaje, mirador privilegiado de las riberas del Duero y Duratón, del valle del Botijas, de viñedos y pinares.
Declarado Monumento Histórico Nacional en 1917.