Sergio Sarmiento
Periodista y analista político | 24-08-2011 | 21:36
Cuando llega el momento de definir políticas públicas o cobrar impuestos, sin embargo, los mismos políticos tratan con saña a la vitivinicultura. Quizá los políticos deberían preocuparse menos por tomarse sus copitas de vino en las vendimias y concentrarse en eliminar los obstáculos que impiden un mayor desarrollo de esta actividad.
En otros países del mundo, particularmente los europeos, la industria vitivinícola recibe una amplia gama de subsidios y apoyos gubernamentales. Los vinos mexicanos han logrado sobrevivir e incluso prosperar ante esta competencia desleal gracias al desarrollo de una cultura de la calidad. Ésta ha permitido a los vinos mexicanos ganar medallas en concursos internacionales y adquirir un creciente renombre.
El esfuerzo de los vitivinicultores mexicanos, sin embargo, se estrella contra la insensibilidad de los políticos. No sólo no reciben los productores mexicanos los apoyos de sus competidores, sino que además sufren los efectos de una injusta política fiscal que parece empeñada en destruir al sector.
Si usted quiere tomar un buen vino mexicano a buen precio le recomiendo hacerlo fuera de México. En la mayoría de los países los vinos son considerados un alimento y no pagan más gravamen que los que se aplican a otras bebidas. En la mayoría de los países de Europa el vino paga un impuesto al valor agregado igual al de otras bebidas, pero no se le aplican gravámenes adicionales.
En México, en cambio, se le cobra al vino un impuesto especial sobre productos y servicios (IEPS) de 25 por ciento y encima de éste se aplica un impuesto al valor agregado (IVA) de 16 por ciento (11 en la frontera). Una vez que se piramidan los dos, el resultado es una prohibitiva carga fiscal de 43 por ciento.
No debe sorprendernos que a los mexicanos el vino les parezca una bebida cara y que por ello mantengan consumos muy bajos. Según el Wine Institute de California, el consumo anual de vino en México en 2009 fue de apenas 0.47 litros por persona, mientras que en Francia alcanzó 45 litros, en Suiza 38 y en España 28.
La vinificación añade un gran valor a la uva. En otros tiempos, me dice un productor de Ensenada, la uva simplemente se tiraba porque no valía nada. La producción de vino ha permitido el surgimiento de prósperos vergeles que han generado miles de empleos además de una cultura del vino.
No basta ya con que los políticos acudan a las fiestas de la vendimia a tomarse la copa y la foto. Ha llegado el momento de que hagan algo para que esta industria crezca y genere empleos y prosperidad. Los vitivinicultores mexicanos no están pidiendo subsidios o tratos preferenciales: quieren simplemente que se elimine el IEPS para que trabajen en igualdad de circunstancias con sus competidores de otros países.
Eliminar el IEPS no sólo detonará la industria del vino sino que ayudará a la salud de los mexicanos. Un vaso de vino al día disminuye los riesgos de ataque cardiaco y otros problemas de salud. Por eso, quizá, Jesús de Nazaret multiplicó el vino en las bodas de Caná. Si hubiera estado en México, los políticos le habrían cobrado 43 por ciento por su esfuerzo.
DÉFICIT
Según nuevas cifras de la Oficina de Presupuesto de Congreso, el déficit de gasto de Estados Unidos será de 1 billón 284 mil millones de dólares en el año fiscal que termina este próximo 30 de septiembre. Esto representa 8.5 por ciento del producto interno bruto. Con egresos presupuestados de 3 billones 834 mil millones de dólares, el déficit significa que el 33.5 por ciento del gasto del gobierno de Estados Unidos no se está cubriendo con ingresos sino con deuda.
Fuente: http://www.diario.com.mx/notas.php?f=2011/08/24&id=da8c75d0d25d2380f707eacadb34f51f